Lo que interesa ahora es comprender cuáles son las lógicas que operan entre lo que la marca es y las acciones y experiencias que propone como parte de sí. Nos referimos a las lógicas de las asociaciones y redes construidas en torno a las marcas, que desarrollan acciones satelitalmente asociadas para cultivar su valor. Es necesario entonces, explorar la noción de ‘pensamiento sistémico’, que veremos a continuación.
Peter Senge[1] en “La Quinta Disciplina”, al referir al ‘pensamiento sistémico’ explica que “sólo se comprende el sistema al contemplar el todo, no cada elemento individual. Los negocios y las empresas humanas también son sistemas. También están ligados por tramas invisibles de actos interrelacionados.”
Por un lado, se observa como propiedad de un sistema, la habilitación de vínculos. En el caso de las marcas, los vínculos se dan con los consumidores de sus productos o servicios, con otras marcas, con las comunidades, con ciertas prácticas en particular… Una marca puede vincularse con un mundo de partes ajenas a sí misma, pero que, al verse como un todo, “el todo es más que la suma de las partes”. Y la razón de ello es que hay vínculos entre las partes, que le dan otro sentido al sistema que al verlas aisladas en su individualidad.
Hablamos, entonces, de ‘sistema’ y de una ‘estructura del sistema’. En las primeras ediciones de nuestra columna de Branding, cuando comenzamos a conceptuar lo que es una marca, nos referimos al concepto de signo; y más específicamente al signo como parte de un sistema, en donde la identidad de dicho signo es posible sólo en relación a otros. Este modelo relacional aplica aquí de la misma manera.
“El pensamiento sistémico −dice Senge− es la disciplina que integra las demás disciplinas, fusionándolas en un cuerpo coherente de teoría y práctica. Les impide ser recursos separados o una última moda. Sin una orientación sistémica, no hay motivación para examinar cómo se interrelacionan las disciplinas.”
En el marco de un modelo relacional, los vínculos tienen propiedades. Se construyen lógicas propias que rigen el sistema y la manera de establecer relaciones −tanto hacia adentro, como hacia fuera. Se construye una red que permite que se establezca la conexión y el vínculo −ya sea directo o indirecto−, posibilitando de esta manera la expansión del universo de marca.
“El pensamiento sistémico permite comprender el aspecto más sutil de la organización inteligente, la nueva percepción que tiene de sí misma y del mundo. En el corazón de una organización inteligente hay un cambio de perspectiva: en vez de considerarnos separados del mundo, nos consideramos conectados con el mundo.”
Y al construir conexiones y vínculos con ese mundo, dice Nathan Williams, de Wolff Olins, una marca debería tener en mente las siguientes cuestiones al desarrollar una experiencia. En primer lugar, como marca, ¿qué es lo que ofrecemos que nos hace únicos? ¿Dónde y en qué somos creíbles? ¿Adónde tenemos permiso para jugar? ¿Cómo podemos adaptarnos o hacernos parte de otros sistemas existentes? ¿Cómo quieren interactuar con nosotros nuestros consumidores? ¿dónde? ¿cuándo? ¿Cuáles son los patrones de dicha interacción?[2]
Lo que sucede es que las marcas, terminan por elaborar la prefiguración de un ‘lector modelo’[3]. Este concepto lo tomamos de Umberto Eco, quien explica que el lector modelo es una hipótesis de la cooperación interpretativa. No sólo postula al destinatario como condición indispensable por su naturaleza comunicativa y su potencialidad significativa (un texto –en este caso, una experiencia–se emite para que alguien lo actualice, y la cooperación de éste es la condición de su actualización, dado que las competencias del destinatario no coinciden con las del emisor). El texto es concebido, además, como un “producto cuya suerte interpretativa debe formar parte de su propio mecanismo generativo: generar un texto significa aplicar una estrategia que incluye las previsiones de los movimientos del otro”.
Como consecuencia, un texto “no sólo se apoya sobre una competencia: contribuye a producirla”; esto es, “la cooperación textual como una actividad promovida por el texto”. Esta estrategia textual es lo que Umberto Eco conceptualiza con el ‘lector modelo’: “es un conjunto de condiciones de felicidad, establecidas textualmente, que deben satisfacerse para que el contenido potencial de un texto quede plenamente actualizado”.
Las condiciones de felicidad que representa el Lector Modelo prefiguran las diversas estructuras textuales –sintácticas, semánticas y pragmáticas en términos semióticos– no sólo en niveles sino en previsiones cooperativas que el texto desarrolla con el fin de que quien lo lea actualice semánticamente aquello que quiere decir.
Numerosos son los casos y ejemplos que podemos mencionar acerca de la prefiguración de un ‘lector modelo’ que realizan las marcas al proponer experiencias a través de sus acciones. Si bien la intención no es desarrollar una casuística del tema, mencionaremos a continuación ejemplos pertinentes, en donde las lógicas de pensamiento sistémico son variadas y diversas:
- Festivales de música. Personal Fest (Personal, telefonía celular); Quilmes rock (Quilmes, cervecería); Pepsi music (Pepsi, gaseosa). Estos tres casos dan cuenta de marcas que desarrollan eventos de concurrencia masiva, no sólo para sus clientes, sino para sus potenciales consumidores. Puedo tomar cerveza Stella Artois, tener mi celular con prestación Claro y beber Coca-Cola, pero desde el momento en que concurro a un evento de este tipo, estoy haciéndome parte de las marcas Personal, Quilmas o Pepsi respectivamente. El consumo ya no es, como explicamos antes, el tipo de consumo directo de un producto o servicio, sino el consumo simbólico de una experiencia que se vive como parte la promesa de una marca. Quien concurre a un festival de este tipo se identifica, entonces, con una serie de valores que se ponen en escena: joven, divertido, canchero, audaz, talentoso…
- Eventos de arte & diseño. Puma urban art (Puma, calzado e indumentaria deportiva). Se ofrece un espacio para la exhibición de obras de arte, la presentación de bandas de música, proyección de películas y otras actividades pertenecientes a la esfera de lo ‘urbano’. Se trata de algo “de todos los días”, descontracturado, casual, un espacio donde la gente se siente cómoda y en sintonía.
- Eventos deportivos. Copa Telmex, tennis (Telmex, telefonía); Copa Petrobras, tennis (Petrobras, petrolera); Torneo de Golf BBVA (Banco Francés, entidad financiera). La marca como auspiciante que acompaña todo el desarrollo del evento. Fuerte desarrollo y presencia de merchandising, carpas y stands con beneficios exclusivos para los clientes de la marca.
- Eventos de moda. Mercedes Benz Fashion Week (Mercedes Benz, automóviles). Aquí se da una relación directa por analogía. La moda, como fenómeno exclusivo y excluyente, opera para mantener un status determinado. Hacerse ver y ser visto. Constituirse como objeto de deseo en la mente de las personas.
- Sponsorship en deportes. Visa, “Sponsor oficial de la Selección Argentina”. Una tarjeta que te acompaña en cada momento, en las buenas y en las malas, tanto en la vida como en los deportes.
¿Se les ocurren más casos? ¡A pensar!
[1] Senge, P. “La quinta disciplina. El arte y la práctica de la organización abierta al aprendizaje”. Bs. As, Granica, 2010.
[2] Williams, N. “5 principles of brand experience”. Wolff Olins. 2011. Disponible en: http://blog.wolffolins.com/post/10846478977/5-principles-of-brand-experience
[3] Eco, U. “Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo”. Barcelona: Lumen, 1981.