A días de brindar un seminario a beneficio de la Fundación Flexer en Tucumán, el reconocido diseñador Adrián Pierini analiza los eventos de diseño con el objetivo de generar en los jóvenes profesionales cuestionamientos que les ayuden a escoger entre aquellos que enriquecen su formación y los que ponen el acento en la diversión o el esnobismo.
¿Nunca les pasó que tras haber disfrutado de un evento de diseño sus conocimientos no aumentaron en absoluto? ¿No sintieron, en ocasiones, que al salir de una conferencia los invadió una lánguida sensación de haber asistido a una película similar a las de “cine arte” en la que los concurrentes se terminan convirtiendo en deducidores de un mensaje sumamente complejo? ¿Han tenido quizá, en alguna de esas actividades, la impresión de presenciar una galería de trabajos en donde sólo se destacó la capacidad creativa del ponente sin que ello les reporte ningún beneficio formacional?
Creo que sí. A todos nos ha ocurrido.
A lo largo de mi historia como diseñador gráfico he cambiado mi modo de considerar tanto al conferencista como a su entorno. Recuerdo que inicialmente, cuando era estudiante, pensaba que el disertante debía emplear una dialéctica compleja y manifestarse siempre superior al público. Después de todo, en aquel entonces, yo era un novato sin experiencia y suponía que la incapacidad de comprensión estaba ligada a mi falta de preparación.
Luego crecí y cambié de opinión. Durante aquellos primeros años como profesional sentí que la sencillez era la ruta y que un evento de diseño no merecía tanta formalidad. En aquella época juzgaba necesario descreer de las máximas que imponían los referentes de entonces. Había que ser intuitivo y darle mayor lugar a la diversión, a la exploración, a una postura más bohemia y descontracturada.
Pero hoy, tras 18 años de carrera y viendo esas dos visiones, podría afirmar que la rigidez aburre y que la informalidad desvaloriza. Por lo tanto, lo ideal es el equilibrio.
Con esto quiero decir que me sumo a la buena voluntad de aquellos profesionales que brindan su saber de un modo noble y genuino. Pero también quisiera expresar mi absoluto rechazo hacia aquellos que por simple ego desperdician el tiempo del público manifestando su grandilocuencia. Pretendo exclamar mi total negación hacia los que confunden a los jóvenes diseñadores emitiendo un mensaje que fluctúa entre una falsa simpleza y una exagerada dificultad.
Pretendo, en definitiva, llamar a conciencia de que los eventos de diseño deben componerse precisamente de eso: de diseño y de la integración de distintas visiones del campo proyectual siempre enmarcadas dentro de la realidad (y necesidad) del que asistirá a escucharlas.
Lo que me confunde es que parecería ser que muchos de los que pagan una entrada con el aparente objetivo de aprender, en el fondo quisieran ser timados.
Las fiestas que suelen incluir los eventos de diseño, los maravillosos viajes que quizá impliquen, la posibilidad de conocer en ellos a otros chicos/chicas, la existencia de un entorno pseudo-fashion en el cual exhibir apariencias o recibir un hermoso certificado de asistencia, se han transformado hoy en un engañoso gancho de atracción que los estudiantes y jóvenes profesionales utilizan como parámetros de medición de valor.
No hay que confundirse. Lo periférico es fantástico pero nunca puede convertirse en el eje sobre el cual determinar el enriquecimiento educativo de tales actividades.
El saber no lo garantiza un certificado. La capacidad proyectual no la determina la vestimenta de moda ni la cantidad de veces que hayamos participado de estos “espectáculos”.
Un consejo que mi experiencia me ha dictado: cuando deseen asistir a un evento de diseño analicen, en primer lugar, el modo en que la información a recibir ayudará a construir un mejor profesional. Piensen, por otro lado, qué rol ocuparán en él, es decir, si deberán presenciarlo como contempladores pasivos o si encontrarán allí un marco ideal en el cual cuestionar su visión y el propio conocimiento.
Es fundamental entender que las carreras exitosas se nutren de información relevante y no de dispersión. Es vital que los jóvenes profesionales sepan discernir entre diversión y crecimiento profesional. En definitiva, es necesario que comprendan que hay una dura realidad esperándolos allá afuera, que la competencia es fuerte y que su formación será la única arma con la que contarán para poder enfrentarla con idoneidad.
Adrián G. Pierini
Director general creativo
Pierini Partners Argentina
Sobre el autor
Adrián Pierini posee una trayectoria de más de 18 años en una diversidad de proyectos tanto nacionales como globales. Desde hace 10 años participa en diversas conferencias, seminarios y Workshops, los cuales se caracterizan por un sólido contenido pedagógico y una marcada interacción con el público. Su cordial y profunda modalidad de disertación ha sido valorada en toda Latinoamérica, lo que le ha permitido llevarla a la práctica en universidades e instituciones de países tan diversos como Chile, Brasil, Ecuador, Colombia, Bolivia o México. En este último, Pierini fue recibido como visitante ilustre por la Universidad La Salle debido a su trayectoria y su saber puesto al servicio de la enseñanza.
Su visión del diseño es valorada en todo el mundo. Actualmente publicaciones europeas y asiáticas vinculadas a la especialidad (España, Rusia, Polonia, Estados Unidos, etc.) publican sus artículos mensualmente.
Es director general creativo y diseñador de su propia agencia Pierini Partners, una de las más importantes y de mayor proyección global de la Argentina.
Para más información: www.pierinipartners.com | sol@pierinipartners.com