El carácter del japonés está signado por varios factores, entre los que se destacan el respeto, la perseverancia y la disciplina.
Pese a que en algún contexto pueda sonar antipática, Disciplina no es una “mala palabra” y no necesariamente refiere a una institutriz intransigente o a un cínico profesor que corrige a sus alumnos a golpe de regla.
Disciplina es método, es decisiones claras, es objetivos bien marcados y también es saber corregir a tiempo lo que sea necesario, sin caprichos ni medias tintas.
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El camino hacia un logo o una marca correctamente diseñada es, necesariamente, extenso y laborioso donde “creatividad y disciplina” van de la mano en todo el proceso para lograr un producto final exitoso.
En el caso de la búsqueda de un logo para un mega evento como los Juegos Olímpicos dicho camino debe ser profundamente riguroso y exhaustivo. La ocasión lo amerita, y la decisión que se tome influirá de forma determinante en la identidad del evento en todos sus aspectos.
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Miles de participantes envían sus propuestas de marca al comité según las normas correspondientes para luego someterse al proceso de selección. A efectos prácticos, la elección corre por cuenta del jurado de notables profesionales pero inmediatamente se verá sometida a la reacción del publico, que no tarda en dar su respuesta en redes sociales, blogs, etc.
Vivimos en tiempos de inmediatez y sobreexposición de la información, donde el “qué dirán” cobra una importancia tal que puede cambiar el rumbo de decisiones que hace décadas hubieran sido indiscutibles. La reacción del publico es inmediata e influyente.
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Es de público conocimiento la polémica generada por la denuncia de plagio realizada por un diseñador belga, creador del logo del “Thèâtre de Liège”, cuando se presentó la primer marca ganadora de Tokyo 2020 en 2015.
Comparando ambas marcas, es posible que ambos diseñadores hayan llegado a un lugar común sin que haya habido necesariamente una intención de plagio por parte del japonés (incluso sería extremadamente iluso de su parte presentar algo a sabiendas que es una copia para un evento de tanta exposición y esperar que nadie lo note). Siempre será discutible.
El sólo hecho de que haber generado tamaña polémica, suspicacias e incluso burlas fue motivo suficiente para desestimar el proyecto y volver a convocar a concurso.
Ofrecidas las disculpas del caso, fue momento de “dar vuelta la página”, una actitud superadora típica del espíritu nipón para sobreponerse a la adversidad.
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La rigidez flexible
Tras la nueva convocatoria, se recibieron cerca de 15.000 propuestas y la decisión se volcó sobre una idea que asegure no estar ni cerca de “lugares comunes”.
Una marca señorial y de sofisticada elegancia, que a su vez rompe con “lo esperable” en una era donde las marcas de los mega eventos deportivos tienden al dinamismo de trazos danzantes y a estilizadas figuras antropomórficas.
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La nueva marca de Tokyo 2020, creada por el artista Asao Tokolo es un emblema complejo y armónico en un formalísimo azul oscuro.
Sólido pero liviano a la vez, la marca remite su origen a un patrón textil llamado “Ichimatsu moyo” cuya historia se remonta teatro Kabuki del período Edo, donde el actor Ichimatsu Sanogawa utilizaba vestimentas con texturas cuadriculadas como un damero.
La estricta cuadrícula en blanco y negro aplicada a la tela de kimono con múltiples pliegues y curvas, genera una interesante textura que desafía la rigidez del patrón convirtiéndola en un juego de curiosas perspectivas, comparable con un caleidoscopio o con el entonces inexistente “optical-art”.
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Asao Tokolo, artista y arquitecto nacido en Tokyo, es un experto en patrones y texturas y ha realizado gran cantidad de notables proyectos aplicados a arquitectura, diseño de productos y comunicación visual.
En la creación de este emblema cinético que denota dinamismo sin tener que decirlo “a gritos” también simboliza “unidad en la diversidad” refiriendo a que gente de distintas partes del mundo se unirán en Tokyo para celebrar los Juegos Olímpicos.
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Es curioso que luego de tanto trabajo, propuestas enviadas, idas y vueltas, la marca definitiva esté tan relacionada con el logo previo a la elección, cuando Tokyo era aún “Ciudad Candidata”. Un circulo conformado por varios elementos vuelve a hacerse presente, casi irónico… todo es cíclico, todo vuelve.
La marca final, es profundamente pertinente con todo lo que representa realizar unos Juegos Olímpicos en una ciudad increíble como lo es Tokyo. Lo complejo pero equilibrado y pulcro aunque vibrante y plural, habla también de ese “laberinto” repleto de sorpresas que es caminar por las calles de la capital japonesa.
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Detrás de la impecable solemnidad de la marca se espera una auténtica fiesta de color y variedad. Ver al primer ministro Shinzo Abe en persona disfrazado de Super Mario ante los ojos del mundo en la ceremonia de cierre de Río 2016 fue un mensaje muy claro del espíritu alegre y apegado a la cultura pop en todos los niveles sociales. “Unidad en la Diversidad” también se aplica al espíritu de la sociedad japonesa tan llena de contrastes como la cuadrícula “Ichimatsu moyo”.
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César Zanardi es Diseñador Gráfico e Ilustrador, representante de Bravis International (Japón). Ha trabajando en proyectos de comunicación visual para varias de las principales marcas japonesas de consumo masivo, diseño de juguetes y accesorios. www.bravis.com | www.cerritomisterio.com
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La Crítica – Suplemento DNI
La marca de los Juegos Olímpicos Tokyo 2020, “La rigidez flexible”
por César Zanardi